enero 19, 2012

2011: Bonus Track

Cómo les dije, aún me quedaban un par de historias en el tintero. A pesar de todos los lugares y personas que conocí, ciudades mundialmente importantes y demás, estas dos anécdotas, por poco creíbles que sean (no tengo fotos), han sido las más bizarras y sorprendentes para mí.

1°: Mi incursión en el fútbol 'profesional':

Cómo varios sabrán, tuve varios problemas para conseguir trabajo en Andorra. De hecho, siempre trabajé noches o días aislados, de 'extra'. Aún así, la paga era bastante buena, y mal que mal logré hacer lo que me propuse (ver 'Febrero').

A mediados de Enero, una noche en un bar, conocimos a un camarero argentino, que nos contaba que jugaba al fútbol en club de la liga andorrana: Lusitanos (sí, porronchos cómo Pepe y Coentrao). Y nos dijo que había empezado en otro club, el Unió Esportiva Sant Julià, dónde había varios argentinos e incluso el DT era argentino. Nos dio el teléfono a un amigo y a mí, y en cuestión de días, sin nada que perder, lo llamé.

Me dijo que fuera al complejo donde entrenaban, y veríamos qué tal. La cuestión es que fui (-5° C de temperatura) y fui a probarme. No sin antes empezar con varios ejercicios de pesas, fuerza física y mental y demás, llegando a pensar que moriría ahí mismo. Al final del día, me dijo que volviera, que el día siguiente haríamos más fútbol y tal.

Pasaron los entrenamientos, me compré botines (30 euros por unos Nike verde fluor a lo CR7 xD) y fui llevándome mejor con mis compañeros, entendiéndome en el campo y también en el vestuario y cosas así. Incluso salí con ellos una noche, aunque debo admitir que siempre hablaba con los argentinos o los chicos de juveniles (andorranos, de 18-20 años).

La última semana de Enero, me convocaron para jugar un partido, aunque al final no jugué. Y ya la semana siguiente, me volvieron a convocar y ahí ya jugué medio tiempo, de volante por derecha (el tipo siempre me usaba de mediapunta, pero ya tenían un 'Messi', inamovible).

Al final, tuve que irme, a recorrer y todo lo que ya conté. Pero fue una experiencia única, compartir vestuario, entrenar como profesional, jugar en canchas de una calidad impecable y compartir equipo con jugadores de todas las nacionalidades.

2°: De copas con la realeza:

En los primeros días de Enero, fuimos con un amigo y dos amigas, a uno de los pueblos de más arriba, a visitar a un amigo que trabajaba allá. Creo que era Jueves o algo así, por la tarde, lo que es aún más bizarro. Mientras esperábamos que saliera, nos fuimos a un bar cerca a tomar algo tranquilos. Recuerdo que estaban dando un partido entre el Tottenham y el Manchester United, y estaba lleno de ingleses borrachos gritando y harengando al United.

Al lado nuestro, un par jugaban a un juego bastante raro. Consistía en un tronco pegado al suelo, cortado a la mitad, la superficie cortada, estaba llena de clavos. La idea era competir por turnos, para ver quién hundía completamente el clavo, pero sin agarrarlo, sino embocándole con el martillo tomando distancia (no sé bien cómo explicarlo, asíque acá tienen un video, para darse una idea: http://www.youtube.com/watch?v=eP0JDOaz5QM ).

Nos dio curiosidad, asíque vimos un par de 'partidas' hasta que nos animamos a jugar. Obviamente, perdimos contra estos ingleses ebrios pero expertos, asíque tuvimos que pagarles un par de cervezas. Cómo competivivo que soy, los desafié a un partido de 'metegol', 'futbolín', o cómo le llamen, para vengarme. Apostamos un par de tragos y unos nachos, que pagaría el que perdía (a todo ésto, el dinero no nos sobraba exactamente, pero por suerte ganamos).

Para que se ubiquen, a esta altura ya llevábamos unas 4-5 cervezas nosotros, y ellos quién sabe cuántas, por lo que ya nos tratábamos como amigos de toda la vida. Entre la confianza, mi amigo vendía unos gorros de lana para la nieve (en mis fotos se ve uno, naranja), y les ofreció algunos. Mientras se los probaban y compraban algunos (en mi vida vi billeteras tan abultadas, con un fajo de billetes de 50, 100 y hasta 500 euros, y muchos más de libras), ocurrió una pequeña confusión. Uno de ellos, un colorado que ya estaba en las últimas, acusó a mi amigo de haberle robado dinero y no darle un gorro. Empezamos a buscar entre gritos y discusiones, a las que se sumó una especie de Mr. T. por atrás, y yo ya empezaba a buscar salidas rápidas. Al final, mi amigo se alteró de más (probablemente era el alcohol actuando), y aunque perfectamente podrían habernos aplastado, nos alejaron y le quitaron la billetera al conflictivo colorado.

Imaginen una especie de cara de "Luke, soy tu padre", o del ataque a las Torres Gemelas, o que murió Kirchner, o de Snape matando a Dumbledore, cuando el amigo sacó de la billetera un librito bordó, muy similar a un pasaporte, que dentro rezaba (entre sellos, logos dorados de escudos de familia): "Harry Windsor".

(Momento para que lo googleen)

Lo peor es que mi amigo también parecía necesitar googlearlo. Hasta que le expliqué y entendimos que era mejor olvidarnos del tema y tenerlos de amigos que enemigos.

Entre risas nerviosas y palmeadas de espalda falsas, nos desafiaron a un desempate, esta vez jugando al pool/billar. Pero en dicho bar no tenían mesa, por lo que salimos a la calle a buscar, hasta que llegamos a un HOTEL (sí, un bar de un HOTEL, ebrios). Ninguno estaba hospedado ahí, pero se ve que los tipos hablaron con el recepcionista y pasamos cómo si fuéramos dueños.

El señor Príncipe y su amigo fisicoculturista oscuro (sí, era el guardaespaldas, listillos) se asentaron en la barra (que atendía un cordobés, coincidencias de la vida), y de ahí ni se movieron.

Por otro lado, mi amigo y yo (en un estado nada decente ya a esa altura), perdimos zaparrastrosamente sin lograr meter ni una sola bola de las nuestras. Y acá es dónde se ponía peor, porque, para los que aún no se dieron cuenta, en ése tipo de juegos existe una regla: si perdés a 0, tenés que quedarte cómo recién nacido (sin la sangre y el cordón), desnudo.

Leyeron bien, después de mirarnos con mi amigo decidiendo si salir corriendo, darles un botellazo en la cabeza y robarles la billetera, o resignarnos...lo hicimos. Ambos completamente desnudos, cubriéndonos nuestras fábricas de vida, tuvimos que correr alrededor de todas las mesas del bar. Y no, no teníamos el bar para nosotros, era el bar de un hotel. Sí, familias, parejas, gente decente tomando un café y viendo a dos idiotas corriendo desnudos, aunque todos se lo tomaron con humor (excepto nosotros 2, al menos en ese momento). Pero lo peor (hay algo peor, sí, y creo que me voy a arrepentir de contarlo), es que cuando terminamos, nos tenían que pegar una copa de boca ancha PRENDIDA FUEGO, llena de Jaggermeister en la NALGA. No se preocupen, no me quemó, el oxígeno ahoga el fuego al instante y casi ni se siente, pero después tuvimos que tomarnos el trago entero.

(Momento para que saquen toda la risa)

Al final, mientras discutíamos si la carne argentina era mejor que la inglessa, Harry terminó dormido en la barra y se lo tuvieron que llevar al hotel, al cual no nos quisieron decir cuál era, y se fueron.

No, no termina acá, porque mientras volvíamos (eran las 21 30 hrs recién!) pasamos por una pizzería a comprar un par de empanadas. Mientras las esperábamos, entró otro de los ingleses que se había quedado en el bar, tambaleando y pidiendo comida a gritos. Lo calmamos, porque iban a echarlo, y se sentó con nosotros, nos sacó una empanada y empezó a pedir comida de vuelta.

Hasta que lo atendieron, y sin escrúpulos, nos compró UNA PIZZA A CADA UNO, y 6 cervezas para los 3. Mientras comíamos (obvio que aceptamos, nos había sacado una empanada!), nos empezó a contar de su familia, nos mostraba fotos de ellos y de él trabajando (era constructor o algo, ya tenía mucho alcohol encima) y nos mostraba la música que escuchaba en su iPhone 12578612G, que se le cayó al piso y le dejó un rayón cual cicatriz de Harry Potter, aunque dudo que le importase (mi cara de horror, cómo si hubieran roto la Mona Lisa).

Al final pagó todo, y salimos afuera, y el tipo no sabía a dónde tenía que ir y nosotros íbamos a perder el último bus a nuestro pueblo, por lo que lo tuvimos que dejar a la deriva, y mientras nos íbamos, lo vimos caminando en zig zag, sin destino aparente.

Todo ésto realmente pasó, y creo que no omití detalle alguno, sobretodo en la segunda historia. Son dos anécdotas que creo que nunca en mi vida olvidaré, por lo inmensamente extrañas y únicas en la vida, seguramente.

Saludos.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario